Reseña del seminario La identificación de Jacques Lacan de 20/01/24
En estas clases 6 y 7 del Seminario 9 de la Identificación que corresponden al 20 de diciembre 1961 y 10 de enero 1962 aparece puntualmente la noción de nombre propio. J. Lacan volverá a retomar este tema en el Seminario 12 en que dedicará 8 lecciones al nombre propio.
El nombre propio
En estas lecciones Lacan intentara precisar qué lugar ocupa el nombre propio en la identificación significante, sobre todo si la leemos con la nueva fórmula para el significante: “El significante, a revés del signo, no es lo que representa algo para alguien, es lo que representa precisamente al sujeto para otro significante”. Lacan situará su investigación de la identificación a partir de la función significante.
Lacan comienza por preguntarse qué es un nombre propio y para contestar esta pregunta recurre a Bertrand Russell como lógico y Allan Gardiner como lingüista. Señalando una disputa sostenida entre ellos que le resulta significativa en relación a la definición de lo que es un nombre propio.
Russell plantea que hay en el lenguaje palabras con diferentes funciones y en relación con el nombre propio, señala una función distintiva caracterizada por la posibilidad del lenguaje de particularizar los objetos. Por eso, el matemático propone que un nombre propio es “word for particular “o sea, una palabra para designar las cosas como tales.
Por su parte, Gardiner se encuentra en las antípodas de los planteos de Russell y para desarrollar la función del nombre propio pone el acento en aquello que distingue un nombre propio de un nombre común y plantea que esa distinción se dirime en relación con el sonido y el sentido.
Lacan plantea que no puede haber definición del nombre propio sino en la medida en que nos percatamos de la relación de la emisión nominante con algo que, en su naturaleza radical, es del orden de la letra.
Lacan nos aclara que los autores antes mencionados desconocen la función de la letra en sus definiciones del nombre propio y por eso, propone que no puede haber definición del nombre propio sin tener en cuenta la función de la letra.
Al mismo tiempo, comienza a hablar de la escritura y su relación con el nombre propio. Sostiene que “lo que representa el advenimiento de la escritura es: que algo que ya es escritura, si consideramos que la característica es el aislamiento del trazo significante, siendo nombrado, llega a poder servir para soportar a ese famoso sonido en el que Gardiner pone todo e acento en lo que concierne a los nombres propios.
El nombre propio no se traduce de un lenguaje a otro, simplemente se traspone o se trasfiere, y es esa justamente su característica. El nombre propio no tiene significación y es en ese sentido que no puede traducirse sino trasponerse de una lengua a otra.
Podríamos decir que el nombre propio remite a la pregunta por el ser ¿quién soy? El nombre propio no es el rasgo unario pero permite pensar este concepto, ya que no se trata de un significante que remite a otro sino que implica una marca sin significación.
También Lacan hace un breve recorrido por la historia y origen de la escritura, el paso del signo al significante, que va de la arca o trazo figurativo, signo de algo, a su fonematización y nos dice que así es como la escritura pasa a funcionar como escritura, que aprende a leerse.
La sesión continuo con la referencia al libro de Allan Gardiner “La teoría de los Nombres Propios” por parte de Pedro Pablo Arévalo que nos mostró que para Gardiner en el nombre propio el acento no está puesto sobre el sentido sino sobre el sonido en tanto que “distintivo”: De esta manera, la función del nombre propio está compuesta de “sonidos distintivos”. Y es esencialmente la diferencia sonora lo que distingue un nombre propio de otro. En el caso del nombre común el sentido concierne al objeto, sin embargo en el caso del nombre propio, no es tanto la ausencia de significado lo que lo caracteriza sino más bien, la prevalencia del sonido
Finalmente, Marcelo Coelho presentó un caso de un joven de 18 años atendido en un Equipo de Intervención en la psicosis por presentar cuadro delirante paranoide. Este chico empezó tratamiento hormonal para cambiar de sexo de chica a chico a los 16 años. Durante 2 años en el proceso de Transición estuvo estabilizado. Interesante caso para debatir, la atención en Salud Pública desde la orientación psicoanalítica, como se ve que el cambio de sexo no funcionó como suplencia, etc.
Autora: Matilde Pelegrí
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